Por: Luna Francés
Villa de Cura, estado Aragua, Venezuela
(10 de febrero de 2016)
Madre, apenas hoy han transcurrido treinta días
en que la noche se hizo perenne en mi luz.
¡No! No veas a tu alrededor, madre,
porque no pretendo hacer un circo
de esta agonía
al gritar a viva voz
este morir a cada rato.
Tampoco quiero clavar en mi pecho
siete puñales en público
para que palmeen mi hombro.
Sólo a ti, madre mía, va mi voz quebrantada
y este invierno que se apoderó de mis pupilas
y a Dios quien da consuelo
de este adiós del que me niego.