viernes, 22 de enero de 2016

CHICHARRITA CANTADORA



Por: Luna Francés
Villa de Cura, estado Aragua


Madre un pequeño y humilde homenaje a las  vivencias y recuerdos que en mi sembraste.

     Esta es la breve historia de una Chicharrita que a pesar de tener el corazón descompuesto siempre iba vestida de risa.

     Mi Chicharrita Cantadora, llegó a ver por primera vez la luz del mundo el tres de enero de mil novecientos y algo, les recuerdo que aunque sea una Chicharra, también es una fémina  y las damas jamás  revelan su edad... Ella nace en un pueblo que se estructuró el 26 de noviembre de 1620 como pueblo de originarios denominado “Cagua la Vieja” por el teniente gobernador Pedro José Gutiérrez de Lugo y el vicario general Previstero Gabriel de Mendoza en el sitio de la quebrada de Caguacao, siendo trasladado en 1626 a su actual sitio, la sabana de Cagua a orillas del rio Aragua con el nombre de Nuestra Señora del Rosario de Cagua, cambiándose  la designación a San José de Cagua en el XVIII, imponiéndose el topónimo de Cagua. Su nombre proviene del dialecto indígena “Caguacao” que significa “La Villa del Caracol.”* En esta cuna dio su primer grito de lucha la dulce risueña criatura. 

     Hija de dos humildes y trabajadoras Chicharras; Josefina Morgado Zamora y Pedro Alcántara Francés Gonzales, ambos oriundos de la Villa de San Luis Rey, hoy Villa de Cura. 

     La Nena, como cariñosamente le decían, era la segunda de cuatro hermanos; Rafael Omar, el mayor; Pedro José, el tercero y la pequeña Marisol, que los superaba en estatura.

     Leila Josefina (La Nena, mi Chicharrita), aun siendo muy pequeñita, bueno en realidad siempre, siempre lo fue, por ser la más bajita en estatura de sus tres hermanos, tuvo que partir de su lugar de origen con  Papa y Mamá Chicharra Francés Morgado, quienes se mudan a un pueblito cercano buscando mejores condiciones de vida ya que el Sr.Chicharra Francés, no contaba con bienes ni empleo.

     Se residencian en el pueblo de La Victoria, hoy llamada Ciudad de la Juventud debido a la batalla de Guerra de independencia de Venezuela, en la que fuerzas realistas al mando de José Tomas Boves intentaron tomar la ciudad de La Victoria. La batalla se libró el 12 de Febrero de 1814 y debido a la escasez de tropas el General José Félix Ribas, tuvo que armar unos mil estudiantes de los colegios y seminarios de la ciudad y de los otros poblados vecinos, entre ellos 85 estudiantes del Seminario de Santa Rosa de Lima de Caracas.

      La familia Chicharra Francés Morgado se instala en una casita de bahareque y techo de caña brava.

El Sr.  Chicharra era inteligente, trabajador, protector y sobre todo, amaba su familia. Cualquier sacrificio era poco con tal de sacarlos adelante por eso no le importó ni se sintió a menos al aceptar subirse a un camión del aseo urbano, para llevar el sustento a su hogar y costear los estudios de docencia en la Consolación, a su Chicharrita Cantadora .

La mamá Chicharra; hermosa, alta, a pesar de la translucidez de su piel le llamaban la negra de la familia. Fuerte, de carácter, mucho más joven que su esposo. Llevaba en sus genes sangre libertaria por ser nieta del General Ezequiel Zamora. Antes de unirse en matrimonio fue asediada por el mismísimo Juan Vicente Gómez. A ella no se le aguaba el guarapo a la hora de unir fuerzas con su esposo para sacar a flote a la familia. Su hogar convirtió en una pequeña bodega ubicada en la calle Candelaria. Allí expendía deliciosas arepitas dulces de anís con puritito queso llanero que le traían de Apure. Estas arepitas eran hechas en las madrugadas por su Chicharrita Cantadora, quien con un cuaderno en una mano y la otra en el fogón se ayudaba a pagar los estudios.

Tenía el cabello como cascada azabache, brillante como si los luceros se hubieran posado en ellos quedando prendados de su fragancia. Resaltaba la piel canela que la envolvía, dulce sutil tierna con los ojitos de culebra brava, así era ella.

Cuentan que una mañana en ese ir y devenir de la Victoria al colegio de monjas en Maracay se prendó de una negra mirada que portaba un vigilante de tránsito al que apodaban Juan Charrasqueado, él le robó el aliento e hizo palpitar su descompuesto corazón. 

Él se la robó… La llevo lejos del seno materno llenando de tristeza el futuro que prometía. La enjauló. pero para ella los barrotes eran de caramelo… Feliz procrearon cinco chicharritas a las que en días de truenos y feroz invierno cobijaba y les calentaba con pan y guarapo hecho en cocina de kerosene, endulzado con papelón.

Fueron transcurriendo los días; meses, años. Aquella mirada que un día turbara sus sentimientos la traicionaba, buscaba los besos que solo a ella debían pertenecer en besos de manzanas que habían rodado por el precipicio. 

Cansada de tantas decepciones su corazón ya descompuesto se resentía cada vez más, la joven piel se marchitaba, en sus ojitos de culebra brava solo había un hilito muy tenue de luz y en sus labios el mustio carmín ya no brillaba. Aunque para sus hijitos y el resto de la humanidad había siempre una sonrisa y palabras de amabilidad y fortaleza.

…Él se marchó detrás de una falsa ilusión su apodo fue su perdición…

Mi Chicharrita estaba desolada, con una lluvia perenne en el pecho cantaba día y noche rancheras y boleros de aquellos que en sus voces desentrañaban melancólicas puñaladas de amores incomprendidos, brotaban como saetas de aquel radiecito de transistores que le acompañaba en las largas horas de insomnio. Ella con una plancha de hierro que calentaba en el fogón estiraba los uniformes para que sus hijitos fueran a la escuela al amanecer, sabiendo que en sus loncheras solo llevarían una arepa rellena de amargas lágrimas. Un beso en la frente y la infaltable bendición que era el mayor tesoro para sus hijos. 

Fortalecida hizo gala de sus genes de rebeldía, se levantó de aquella caída, tenía cinco boquitas que alimentar.

En sus mejillas nuevamente se reflejaba el color de las rosas de abril.
No faltaba quienes de la leña quisieran hacer una fogata…
Entre ellos destacaba el Gato, rondando por su jardín…
El Gato mostró humana humildad, por ella y su prole se las jugarían todas, todas.
Ella como quien está mordido de serpiente, se encontraba recelosa… Vio en los ojos de aquel Gato sinceridad.

Las Cucarachas, Serpientes, Roedores y demás bichos rastreros de aquella comarca murmuraban y se preguntaban ¿Qué puede salir de un Gato y una Chicharra?
El mundo giro, hubo inviernos y veranos… Floreció el jardín. Una Gatica y un Chicharrita varón llegaron para sumar siete bendiciones.

Pasaron cuarenta y siete años entre calmadas y turbulentas aguas. En el jardín unas veces había sol y abundancia, en ocasiones llegaban heladas tormentas y escasez de alimento, pero allí siempre se mantuvieron sorteando las mareas la Chicharrita y el Gato.
Sus hijos encontraron rumbos diferentes, unos más cercanos a ella otros no tanto, pero el lazo que los unía jamás se rompió.

Hasta que una fría mañana decembrina la Chicharrita Cantadora enfermó, la llevaron a ver al doctor porque su cajita de música se descompuso, pasaron los días y la Chicharrita no mejoraba, le pedía a sus siete hijitos que no la dejaran sola, pedido que era innecesario porque ellos siempre la acompañaron. Aunque en las noches, en las noches... Ella solo permitía que su fiel compañero velara su sueño y el como lo había prometido ante Dios y los hombre cumplía con vehemente amor el pedido de su Chicharrita.

Transcurrieron los trece días más largos y tortuosos de toda una existencia… En la madrugada del diez de enero del dos mil dieciséis mi Chicharrita Cantadora, cansada se posó en un pétalo blanco y fragante, allí plácidamente se quedó dormida.

La mañana siguiente,en Campo Santo, el sol fue convocado, amoroso acudió al llamado, tomo a mi Chicharrita entre sus brazos, abrasándola con respeto condujo su esencia a la presencia de Dios.

Ivonne (Luna) Francés.
11/01/2016